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sábado, 5 de julio de 2008

"Podremos hacer crecer los implantes en el mismo cuerpo"

"Si pudiésemos ver cómo será la cirugía estética dentro de diez años, imaginaríamos una cirugía mucho menos intrusiva. Podrá ser una realidad que una mujer, en vez de estar entre tres y cinco días de reposo para ponerse implantes en los pechos, podrá ir al médico por la mañana e ir a trabajar por la tarde" con sus nuevos pechos. No lo asegura cualquiera. El doctor Rod J. Rohrich, uno de los principales ponentes del Congreso Médico Internacional de Estética Integral, tiene una idea del futuro de su disciplina en la que el bisturí, las cicatrices y los malos tragos inherentes a cualquier operación irán desvaneciéndose de forma progresiva.

Según el laureado médico, antiguo presidente de la American Society of Plastic Surgery (Sociedad Americana de Cirugía Plástica), las puertas se abren de par en par en la medicina cosmética gracias a un nuevo método que consiste en implantar injertos de grasa que se obtienen de otras zonas del cuerpo para lograr el efecto deseado. "Esta técnica ya existe. Podremos extraer la grasa de tu propia barriga para utilizarla en la parte del cuerpo que sea necesaria" asegura el cirujano. La combinación de esta técnica con los avances en el genoma humano y en el uso de células madre resultará clave para el futuro de su disciplina. "Esto tendrá aplicaciones también en el rejuvenecimiento facial", dice.

"Con estos avances podremos hacer crecer los implantes dentro del mismo cuerpo. Y es probable que ustedes en Europa puedan vivirlo antes", apunta, recordando la frontal oposición del Gobierno de George W. Bush en Estados Unidos a la investigación con células madre. "Podremos hacer más con menos", sentencia, mientras relata cómo el mismo paciente podrá cambiar varias veces el tamaño de sus implantes sin que ello suponga ningún trauma.

¿Existe la nariz perfecta? "No. Nosotros como especialistas tenemos un ideal de lo que queremos conseguir con una rinoplastia, pero no reproducimos la misma en cada paciente. Lo que tratamos es de conseguir que tenga los rasgos que más favorecen a su rostro". No garantiza la perfección a sus pacientes. "A veces tienen expectativas totalmente irreales sobre lo que la cirugía puede hacer" admite el que muchos consideran uno de los mejores cirujanos del mundo en su campo. Y también alerta sobre "el síndrome de Michael Jackson", el arquetipo del paciente insatisfecho que recurre una y otra vez al bisturí para arreglar problemas que no están en sus rasgos, sino en sitios a los que el bisturí no llega.

"Los cirujanos logramos que la gente se sienta mejor consigo misma, y eso lo logramos dando un aspecto más joven a la gente y no ese efecto Hollywood tan artificial", apunta el médico, intentando desterrar los estereotipos que se han creado entorno a su disciplina.

El doctor Rohrich coincide en que el efecto Guggenheim es el lifting urbanístico perfecto para una capital: "Es increíble lo que han hecho con la ciudad" explica antes de elogiar la gastronomía local. "La comida es aún mejor de lo que me habían contado. Es difícil encontrar esto en Estados Unidos".

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